Te veo venir, con tu caminar pausado y cabizbajo, con tu mente ocupada e inquieta, en los dilemas que tienes por resolver.
Con esa distracción y desorden que te caracteriza, me miras y me sonries, como un niño de manera dulce.
En una mezcla de hombre y niño, que aún conserva la picardia de un niño en sus ojos y la madurez de un hombre en sus actos.
Y en esa característica tuya,es en la que caigo yo.
En algo tan inocente y atractivo a la misma vez.
Logras que me pese el pulso, que mi respiración sea entrecortada,
y que la quimica se encienda.
Me encanta mirarle sin que me vea, observarle mientras está concentrado, serio, ajeno y cuando está de otro modo me encanta igual.
Con ese acto tan simple y a la vez tan bello que,
ya me he perdido...